La Vulvovaginitis candidiásica es una enfermedad inflamatoria de la vagina, producida por diferentes especies de hongos, fundamentalmente de Candida spp, secundaria generalmente a condiciones fisiológicas alteradas, que determinan una disminución de la inmunidad local.
Se han identificado diferentes especies de Cándida en el tracto genital inferior entre 10 – 20 % de las mujeres sanas en edad reproductiva, en el 6 – 7 % de las mujeres menopáusicas, y en el 3 – 6 % de las niñas prepúberes. Sin embargo, la identificación de Cándida vulvovaginal no es necesariamente indicativo de la enfermedad por Candida, ya que el diagnóstico de vulvovaginitis requiere la presencia de inflamación vulvovaginal.
Aproximadamente el 25% de las vulvovaginitis infecciosas son candidiasis. La responsable del 90% de los episodios de candidiasis vulvovaginal es la Candida albicans. Otras especies menos frecuentes, también denominadas no albicans, como C. glabrata, C. tropicalis y C. krusei, representan el 10% de las candidiasis y han registrado en los últimos tiempos un aumento de la incidencia y un incremento en la resistencia al tratamiento habitual.
Diagnóstico
La anamnesis tiene un papel destacado en el diagnóstico ya que, tanto la presencia de cualquier factor desencadenante del posible cambio de la flora vaginal que favorezca el crecimiento de la Candida (por ejemplo la toma previa de antibióticos de amplio espectro), como la presencia de factores personales (antecedentes de diabetes o embarazo), así como la presencia de episodios previos de candidiasis puede resultar orientativo.
La clínica con picor, leucorrea blanca y espesa e irritación genital será muy sugestiva. A pesar de ello, el diagnóstico no debe basarse exclusivamente en los síntomas y debe realizarse una exploración minuciosa y exploraciones complementarias, ya que una de las causas más frecuentes del fallo terapéutico es un diagnóstico erróneo.